Después de tantos días en
esta historia, el primero de mis temores es una realidad absoluta, que sin duda
es una lección de la cual deberé aprender a sobrevivir con lo que me queda. Lo
único que temía o mejor dicho a lo que más
temía mi segundo temor ya también es una realidad. “NO puedo sentir. Es como si
después una colisión en una navío de bajara a ver cuán daño existe en el casco;
temiendo que he el peor escenario existiera una fisura en el casco del navío.
Pues bien creo que así es mi vida. Existe una fisura tan grande en mí ser, que
ya no puedo sentir, esa sensación ha
desaparecido, dejando a su paso una fase de extrañamiento, de inseguridad e
inmadurez absoluta. Mis labios no están listos para sentir, mis manos para
tocar, y mucho menos mi corazón para amar. Pero me parece que no es una inclusión
de tiempo, más bien de no poder sentirlo más.
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