martes, 3 de mayo de 2016

Perdere

La elocuencia de las manos cede ante el deseo carnal de sus pecho tibios, de su aroma fresco, de esas caderas de lunas enteras. Su deseo se reprime ante la sensación de poder ceder para siempre en la locura que por muchos años la cautivo perdida en la brisa de mis labios, en la fragancia de un nuevo amanecer, con la sensación tridente en su viente de llevar algo mas que un deseo perdido.




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